Catálogo

Prólogo

“ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar lo que no existe”.
Alejandra Pizarnik 

Desde lo más profundo de sus entrañas y con la sencillez que sólo poseen los grandes, Mirta se deja llevar por un río de sentires… En ocasiones, frente al abismo, pero siempre con la integridad que otorgan sus plantas bien asidas a esta tierra, es una arquitecta que, con cada letra, construye mundos, tiempos y recuerdos… 
La autora juega con la plurisignificación de las palabras y ello permite que cada lector reconstruya su sentido desde experiencias, sensaciones, remembranzas personales. A lo largo de la obra,  recorre el sendero poético en un ir y venir desde lo tradicional a lo vanguardista con fluidez incomparable. Se conjugan en ella, el rigor expresivo y la sistematización, con la metáfora infinita de la transgresión. 
“Sin maquillaje” invita al lector a sacarse la máscara de la superficialidad que nos cubre, nos invade, nos destroza, nos duele… y mostrar el verdadero rostro: crudo, desnudo, veraz… Mirta camina en esta vida “sin maquillaje”… esta obra encierra su singular forma de enfrentar cada adversidad: limpia, clara, auténtica… tanto ante el desafío poético como en el devenir de sus días. 
En diálogo permanente con sus fantasías, la poetisa encarna la voz oprimida y silenciada de seres opacados, reprimidos, abandonados, para convertirlos en un grito popular.
El sentimiento de libertad, independencia y patria están tan impresos en su alma que afloran en versos profundos que, con magistral combinación de métricas y emociones, tanto bucean en lo personal como en lo social. Ejes temáticos como nuestra Bandera, el soldado, Malvinas,  emergen en su obra para descubrir el sentir de todo un pueblo, en su voz.
Espíritu proteccionista y amante fiel de los animales, cada una de sus palabras es un reclamo activo y sistemático de derechos que los humanos no reconocen. Aves, caballos, perros, grillos, vacas, se personifican, se plantan ante los hombres y piden lo esencial, lo simple, lo único: vivir con dignidad.
Cada objeto cobra vida en las estrofas de Mirta: desde el piano sin pianista, hasta el cuadro que se redescubre en lo cotidiano… Desde el espejo que devuelve la imagen de una realidad que castiga,  hasta esa puerta que invita a entrar en el cosmos de la memoria individual y colectiva… Desde la ventana con viejos postigos que invita a reencontrase con  la mirada del otro, hasta el viento que roba vocablos al alma y los lanza a esa calle adoquinada, esa calle pintada de barrio… 
La fuerza de la mujer, esa mujer cuyo corazón se hizo añicos y resurgió con la convicción de que vale la pena cada instante, se asoma en sus versos permanentemente y desde distintos ángulos… Tal vez, una vez más, el alma transparente de la autora  se funde con el  yo lírico… 
La muerte, esa que ha dejado surcos de infinita profundidad,  se pasea con extrema naturalidad, saltando sobre los adoquines de las imágenes sensoriales y anáforas, destapando violentamente una metáfora o silenciando un viejo amor… 
“Sin maquillaje” es sinónimo de noche y de reloj… La oscuridad, compañera indiscutible de los poetas, fue la luz de Mirta, su musa, su inspiración… El reloj, el tiempo,  fue el juez y el condenado, el enemigo y el cómplice, la soledad y la única compañía… 
Amigo lector: despojate de prejuicios, de roles, de ligamientos sociales inútiles y vinculate con tus sentimientos más profundos a través de estas páginas. Dejate atrapar,  aunque sea una vez, por este oleaje poético que inunda el espíritu…  La voz, la poesía, es de Mirta… el sendero es tuyo… 

Lorena Pretti