Catálogo

El cuervo mensajero

Había una vez una princesa que vivía en un lindo castillo, en lo alto de una montaña. Desde su pieza
podía ver salir el sol en días de verano y llover o nevar en invierno. La princesita Sofía era feliz con
sus hermanos y hermanas, quienes aprendían cada día la historia del reino, la vida de los animalitos
y las matemáticas, para poder llevar las cuentas del reino.

Un buen día, el castillo amaneció todo alborotado porque el rey del castillo que quedaba al otro lado
de la montaña iba a venir de visita. Sofía y los otros niños del reino tenían curiosidad por conocer a
este rey y esperaban con ansias su llegada. El rey vecino era grande y gordo, muy amistoso y
divertido y trajo con él a su hijo heredero, un niño de ojos grandes e inteligentes, quien igual que su
padre, era alegre y simpático

Sofia vio al príncipe y sintió una cosquillita en la espalda y mariposas en la guatita que nunca había
sentido y al mismo tiempo un poquito de vergüenza y ganas de salir corriendo. El príncipe Daniel la
miró y le pasó exactamente lo mismo. Jugaron todo el tiempo y lo pasaron muy bien.

Las visitas se repitieron cada año y así fueron creciendo los príncipes, hasta que sus padres, al verlos
tan enamorados, comprendieron que se unirían en un matrimonio feliz.

Esta noticia llegó a oídos de un brujo a quién le dio mucha envidia, porque a él nadie lo quería, y con
sus artes maléficas lanzó una tormenta enorme, la más grande de todos los tiempos, llenando de
nieve los caminos y las comunicaciones entre los castillos.

Sofia miraba por su ventana a lo lejos y lo único que veía era frío y nieve, todo blanco, todo
congelado haciendo imposible su comunicación con Daniel. Un día en que de pena se durmió, soñó
que en su ventana aparecía un cuervo grande de plumas negras y brillantes que le dijo: - Yo llevaré
un mensaje a Daniel, átalo a mi pata y verás que pronto regreso con noticias de tu príncipe. La
princesa creyó que había soñado y cuán grande sería su sorpresa cuando miró hacia la ventana y ahí
estaba el cuervo, esperando el mensaje. Sofía escribió una notita y la ató a la pata del cuervo que
salió hacia el otro castillo. Esa misma tarde regresó el cuervo trayendo atada a su patita un mensaje
de Daniel. Así continuó, trayendo y llevando mensajes de cariño entre los príncipes cada día.

El brujo finalmente se aburrió de tanto frío y levantó su hechizo. Comenzó a deshielarse la nieve y a
llenarse de agua fresca los ríos, a salir el sol y a crecer las flores. El mismo brujo se sintió mejor y
decidió que era mejor hacer amigos que encerrarse solo y quedarse sin hacer nada.

Fue una linda fiesta la unión de estos dos príncipes, una fiesta a la que asistieron amigos, amigas,
hermanos, primos y gentes que llegaban de tierras muy lejanas.

El cuervo, quien llegó a ser la mascota favorita de Sofía, tuvo una participación especial en este
evento, ya que él llevó las invitaciones a los lugares más lejanos y difíciles de llegar.

Dentro de los invitados incluyeron al mago, quien bailó toda la noche y lo pasó muy bien, se llenó
de amigos y nunca más lanzó hechizos envidiosos.

Este es el cuento de hoy….