La Tierra: nuestro hogar
Save the Planet?
Nos han enseñado que romper el papel de regalo trae suerte. Es tiempo de que nos preguntemos: ¿Buena o mala suerte?
Reflexionar acerca de nuestros hábitos y de nuestras conductas es el principio, es el punto de partida de un camino que nos llevará a tomar conciencia de que absolutamente todos nuestros actos tienen consecuencias. ¿Buenas o malas? He aquí la cuestión, diría el joven Hamlet. He aquí, en definitiva, la esencia y voluntad de esta antología, y es que a través de las palabras, buscando la belleza a la cual nos compromete la vocación literaria, logremos nuestro humilde aporte para responder a los urgentes pedidos de auxilio de Nuestra Madre Tierra.
Save the Planet, dicen muchos y creo que la Pacha mueve negativamente la cabeza con su sonrisa entristecida. Me la imagino diciendo: “No es a mí a quien necesitan salvar.
Llegado el momento me sacudiré a los humanos como lo hace un perro pulgoso. Yo me voy a reciclar, me voy a limpiar y seguiré girando sobre mi eje. Ya pasó esto en tantas ocasiones, como con los dinosaurios, por citar un ejemplo. Pero si no se dan cuenta a tiempo, si no cambian y persisten en la autodestrucción serán los humanos quienes no podrán habitarme nunca más”.
¿Y de qué sirve lo que pueda hacer yo mientras los poderosos y los gobiernos…? O… ¿Qué puedo hacer yo para contribuir? Entre las dos preguntas se juega nuestra salvación. Por eso elijo la segunda para buscar, entre todos, respuestas acerca de cómo colaborar. Así afirmo que yo puedo:
—Informarme y difundir. Hay libros, películas, documentales. Pienso, por ejemplo, en La verdad inconveniente de Al Gore (An Inconvenient Truth), en tantos documentales de Fernando Pino Solanas, en la Encíclica del Papa Francisco, la Laudato Si´… La lista es felizmente larga.
—Firmar y juntar firmas cuando se organizan petitorios en defensa del agua, del aire, de la tierra, de las especies, o en contra de proyectos que, en nombre del progreso, generarán destrucción, zonas de sacrificio, pasivos ambientales, enfermedad y pobreza. Al hacerlo estaremos colaborando con ONG’s ambientales.
—Recordar tantas “Rs”. Reciclar, Reutilizar, Rediseñar, Reparar, Regalar, Revender… Revivir practicando una economía circular en la cual, antes de tirar un objeto, lo pensemos dos veces o las veces que sean necesarias. Separar los residuos secos y acercarlos a un reciclador o punto de reciclaje, compostar los residuos orgánicos, vender y comprar en ferias americanas, favorecer el comercio de productos locales que no han requerido la energía de un traslado, recurrir a un servicio técnico para arreglar artefactos son todas acciones que contribuyen enormemente.
—Ahorrar energía eléctrica y gas que aumentan el recalentamiento de la tierra, provocando el derretimiento de glaciares y elevando el nivel de los mares. Apagar aparatos cuando no los utilizamos, desconectar cargadores de celulares, utilizar con medida -o mejor no utilizar- aires acondicionados, ventiladores, calefactores. Si, en lo posible, hacemos este esfuerzo, tendremos una gran recompensa: no sólo estaremos cuidando nuestra economía sino también la salud porque nuestro cuerpo se hará más resistente a los cambios climáticos.
—Ahorrar agua. Esta medida va desde cerrar la canilla mientras nos cepillamos los dientes hasta reciclar el agua de lluvia, la del lavarropas, poner una bandeja en el lavatorios para reutilizarla con el inodoro en vez del agua potable del depósito. Hay muchas formas de economizarla. Seamos creativos.
—Elegir el transporte público con mayor frecuencia. Los combustibles son un serio problema. Si vamos al trabajo en auto, será bueno ofrecer a vecinos que tengan un destino próximo acompañarnos en el viaje, incluso pueden compartir gastos o turnar con ellos los vehículos.
—Ahorrar papel. Utilizar ambas caras cuando imprimimos, aprovechar cada espacio en blanco antes de escribir en una hoja nueva. Rescatar páginas en blanco de agendas, cuadernos, etc. Vale también para el papel de regalo y cualquier tipo de envoltorio, especialmente si son bolsas de plástico.
—Cuidar cada especie viva con conciencia de que somos un ecosistema en el que cada ser cumple una función que sustenta las otras vidas.
—Ser reflexivos y creativos en cada acto cotidiano nos ayudará sencillamente a salvarnos. Así, con esta esperanza y con amor por cada ser viviente, compartimos poesías, cuentos y un poco más.
María Alejandra Camiña